24 noviembre 2007

Las Monedas

Entre todas las monedas del cajón era la que sobresalía, aunque solo para el fortuito espectador, pues para el resto de las monedas era solo un cobre mas.

El contorno suave y lustroso contrastaba con los bordes irregulares y ásperos de los centavos más nuevos y con menos desgaste. Tenía la silueta mas encorvada y casi no podía distinguirse la figura que escondía grabada en una de sus caras. Se manufactura primitiva la hacia única.
Todos estos detalles señalaban un origen más remoto que el resto, habiendo visto luz por primera vez a finales del siglo XIX.
Quien sabe que azarosa casualidad hizo que fuera a para al cajón de la mesita de luz de mi abuelo. Algún irónico malabar del destino la convirtió en una mas del montón de rojizos metales inertes. Mi abuelo solía contarme que al llega su padre a la Argentina desde Italia ( acechado por la primera guerra mundial ) le fue obsequiada por uno de sus patrones en el campo, quien le contó sobre el pasado de la misma, pasado que lamentablemente no recuerda.
Pero eso es algo que celebro, pues su carencia de historia conocida la hace aun mas especial que antes. Imaginemos un hombre sin pasado, sin ataduras ni restricciones dadas por las experiencias previas de sus conductas pasadas; seria vivir de una manera mas libre nuestro presente… y nunca habría un mañana, un futuro, pues cada día seria nuevo y los planes que quedaron en el ayer automáticamente desaparecerían. ¿Por que pensar en mañana, si al caer la noche moriríamos para volver a nacer al día siguiente, con otra identidad? Seriamos completamente atemporales y eternos.
Quien puede impedirme entonces creer que esa moneda fue la propina de un mozo de algún bar, o que sirvió para comprar el diario que marcaba el comienzo de la guerra, o imaginemos mas allá, quizás Borges inspiro en ella su Zahir. Por qué no permitirse un pasado fantástico…
En esa secuencia infinita de intermediarios que la trajo hasta el cajón de mi abuelo descansan miles de historias de ese tipo, inconclusas o no, reales o ficticias ( de ambos modos, no comprobable ). Pero eso no interesa. Ahora solo es una moneda mas del montón. Al resto no le interesa ni su origen ni su pasado ni su edad. Para el resto de los cobres del cajón sigue siendo un centavo mas, salvo para el fortuito espectador.
Para mi esa moneda es un juego del destino, que hoy la trajo hasta mis manos… como mañana habré de poner estas líneas en manos de oto y solo así dejare constancia de mi existencia. Existencia que hoy es tan común y banal, como el resto de los centavos del cajón.


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