Aqui yo, aqui el placer, aqui el olivo.
27 noviembre 2007
Martini
Aqui yo, aqui el placer, aqui el olivo.
26 noviembre 2007
La sonrisa del Maestro
Alborada
25 noviembre 2007
1886
Aún el recuerdo y la desdicha se debaten
de extraños modos en mi serenidad; mientras,
mi mano recorre el frío mármol que hoy oculta tu luz
y guarda mis esperanzas más hondas.
Persigo lentamente las vetas grises y blancas, oblicuas y gélidas;
y detrás la pena, el vacío, la insostenible condena
de no ser nunca más.
La noche, no es abismo suficiente para la vida,
y por eso te fuiste a plena luz, a pleno día,
para encontrar más claramente tu camino y el mío.
¿Qué lugar lejano hoy ve tus pasos y los míos?
¿Qué fuerza sobrehumana te proyecta en mi mente cada noche,
casi metódicamente?
¿Algún día el destino ha de cruzar nuestras huellas…? ¿O será demasiado tarde ya?
Mientras me debato en supuestos, mi mano ya empieza a cansarse,
el frío y la distancia la agobiaron.
Ya pasó la hora, y olvidé otra vez mi afán humano
junto con unas flores blancas.
Sólo espero alguna vez descubrirte cuando duermes;
o simplemente encontrarte cuando atraviesas el espejo,
para volver a morir cada noche.
Insomnio
24 noviembre 2007
El deber cumplido
Y no me refiero a las loas ajenas, la de los demas, me refiero a la satisfaccion interna, la que nos hace sentir orgullosos de nosotros mismos como seres humanos. Esa, considero, es la mas impoluta muestra de nuestra moral. Porque no esta viciada, porque no proviene de una imposicion o de una actuacion, sino de un acto consciente, proviene de una realidad propia, aparece aun cuando nadie ha notado nuestro obrar.
La misma de aquel que salva vidas y no aparece en los medios; la misma de aquel que escribe sin esperar ser libro; la misma de aquel que investiga sin aspirar nunca a un Nobel; las mas divina (entiendase por divinidad) de las apreciaciones humanas, la que mas nos acerca a Dios y, quizas, la misma que experimento durante el septimo dia.
Las Monedas
El contorno suave y lustroso contrastaba con los bordes irregulares y ásperos de los centavos más nuevos y con menos desgaste. Tenía la silueta mas encorvada y casi no podía distinguirse la figura que escondía grabada en una de sus caras. Se manufactura primitiva la hacia única.
Todos estos detalles señalaban un origen más remoto que el resto, habiendo visto luz por primera vez a finales del siglo XIX.
Quien sabe que azarosa casualidad hizo que fuera a para al cajón de la mesita de luz de mi abuelo. Algún irónico malabar del destino la convirtió en una mas del montón de rojizos metales inertes. Mi abuelo solía contarme que al llega su padre a
Pero eso es algo que celebro, pues su carencia de historia conocida la hace aun mas especial que antes. Imaginemos un hombre sin pasado, sin ataduras ni restricciones dadas por las experiencias previas de sus conductas pasadas; seria vivir de una manera mas libre nuestro presente… y nunca habría un mañana, un futuro, pues cada día seria nuevo y los planes que quedaron en el ayer automáticamente desaparecerían. ¿Por que pensar en mañana, si al caer la noche moriríamos para volver a nacer al día siguiente, con otra identidad? Seriamos completamente atemporales y eternos.
Quien puede impedirme entonces creer que esa moneda fue la propina de un mozo de algún bar, o que sirvió para comprar el diario que marcaba el comienzo de la guerra, o imaginemos mas allá, quizás Borges inspiro en ella su Zahir. Por qué no permitirse un pasado fantástico…
En esa secuencia infinita de intermediarios que la trajo hasta el cajón de mi abuelo descansan miles de historias de ese tipo, inconclusas o no, reales o ficticias ( de ambos modos, no comprobable ). Pero eso no interesa. Ahora solo es una moneda mas del montón. Al resto no le interesa ni su origen ni su pasado ni su edad. Para el resto de los cobres del cajón sigue siendo un centavo mas, salvo para el fortuito espectador.
Para mi esa moneda es un juego del destino, que hoy la trajo hasta mis manos… como mañana habré de poner estas líneas en manos de oto y solo así dejare constancia de mi existencia. Existencia que hoy es tan común y banal, como el resto de los centavos del cajón.